Respuesta fácil: el que podamos conseguir, enseñar y gobernar. Todas las razas de equinos aptos para doma son igual de válidos para el tiro con arco desde ponis a los grandes percherones pasando incluso por mulares y asnos. El único requisito básico es que tenga una buena doma para que no se asuste cuando el jinete dispare, sienta el tacto de las flechas, el carcaj, el arco (o arcos) y la indumentaria que se lleve.
Históricamente siempre se han valorado unas razas más que otras para esta actividad, lo mismo que se han buscado unas características morfológicas concretas para el tiro con arco. Aunque nos parezcan pocos, hay bastantes estudios sobre los distintos caballos empleados en cada época que están al alcance de todo el mundo a través de internet.
En la actualidad, se han ido estandarizando los ejemplares de morfología cada vez con más alzada y robustos difiriendo bastante con los que se empleaban en época romana, cuya alzada no llegaba al metro y medio a la cruz los más altos. Para hacernos una idea aproximada, vendrían a ser como los asturcones, los equinos de raza galega o los más rústicos de los returertos o marismeños en la Península Ibérica. Razas más cercanas al tallaje de un pony, siendo más concretos.
Desde que se buscaron los caballos más adecuados para esta disciplina, las características principales de estos animales se buscaban en rasgos de carácter como su docilidad, inteligencia, complicidad con el jinete, agilidad en los movimientos, facilidad para acatar órdenes, buena reacción a la pierna desde el muslo a los talones ya que para disparar con arco se usan ambas manos y no elementos de gobierno en cabeza o boca.
Los caballos aprenden por hábitos, repetición y creación de rutinas. Para que un caballo aprenda algo nuevo ha de hacerlo poco a poco e ir introduciendo elementos nuevos paulatinamente para no causarle estrés. Cuanto más edad y mejor doma tenga el caballo, mejor capacidad de aprendizaje tendrá para retener las nuevas órdenes. Por referencias actuales, los caballos árabes, berberiscos y razas mestizas con ellas fueron los más apreciados por su resistencia aunque también influye mucho la climatología y la orografía del terreno a la hora de elegir el animal.
Históricamente, el continente asiático ha dado varios pueblos con un gran grado de experiencia y pericia en esta disciplina desde Japón a Turquía, desde Siberia a India desde el neolítico hasta el siglo XX. Ya en el siglo XXI la presencia de unidades militares de arqueros a caballo son simplemente testimoniales quedando la actividad relegada al uso deportivo o como valor etnográfico y patrimonial. En el Mediterráneo, su presencia vino introducida por el ejército romano principalmente, aunque ya había constancia de ellos entre griegos y egipcios aparte de los pueblos escitas/iranios, que fueron los que desarrollaron con mayor precisión esta disciplina.
Puestos a elegir un caballo con determinadas características morfológicas para recreación histórica de época romana, habría que elegir uno de una alzada inferior al metro y medio, de cuello corto y fuerte ya que una de las formas de tiro se realiza hacia adelante (comúnmente por el lado izquierdo) y un equino con mucho cuello puede resultar molesto para disparar la flecha, de la misma manera si se hace hacia los lados o hacia atrás (tiro parto). Es por este motivo que no se sujetan las riendas que se eligen caballos sensibles a los movimientos corporales y a las piernas principalmente. Pero se recalca que cualquier equino sirve y será bienvenido sea cual fuere su alzada o morfología, por lo cual se hace necesaria introducir la explicación correspondiente en caso de ser requerida.
En otra característica que hay que fijarse es en la pisada al paso, en el trote y en el galope. Cierto es que cuanto más envergadura, más será el balancelo durante el galope y más pericia se va a requerir para corregir la desviación de las flechas en los disparos. La primera vez subido en el caballo en estático se ha de analizar el espacio de maniobra con el arco tensado sin flecha, comprobar que la montura permite la correcta sujeción y movimiento para girar a derecha y a izquierda y que cuello y cabeza del caballo no suponen un obstáculo.
Si durante el paso observamos que la pisada vibra de manera inestable, tiene poca cadencia y el caballo cabecea mucho, durante el disparo se puede desviar el tiro y hacer daño al propio arquero, al caballo o a alguien por no tener suficiente estabilidad. Este problema se puede incrementar conforme se vaya aumentando la velocidad y es más difícil de controlar y corregir, sobre todo al galope, momento en el que el caballo no toca el suelo y quedamos sin punto de apoyo.
Al galope, el momento más propicio para el tiro se da cuando ninguna de las cuatro patas del equino tocan el suelo y queda suspendido en el aire. La práctica constante te dará la habilidad de conocer los aires de cada animal y el desarrollo del galope para disparar en el momento idóneo.
Llega el momento de recrear una vez se domine bien la técnica de tiro a caballo parado. Previamente se ha debido socializar de manera correcta al animal para que no sienta miedo del ruido, de otros elementos y lugares desconocidos. En buena parte se pueden evitar problemas si la actitud del jinete es confiada y segura de sí misma transmitiendo calma, control de la situación