4. Preparación del caballo para tiro al arco.
Hay un refrán que viene de antiguo que dice “para jinete nuevo, caballo viejo”. Si se puede contar con la suerte de contar con un caballo con experiencia en tiro al arco nos resultará más fácil prepararlo para realizar nosotros esta actividad. Pensemos que en ese sentido, el equino será nuestro principal maestro, nos indicará en base a su experiencia y aprendizaje cómo debemos actuar para sentirnos cómodos y él también. Si por desgracia no contásemos con esta suerte, nos tocaría empezar desde cero con un potro o con un caballo adulto previamente domado en otra disciplina.
La edad mínima para comenzar en exhibiciones es la misma que para la participación en competiciones, es decir, cuatro años, pero su doma y entrenamiento se realiza desde que nace para que se familiarice con los elementos de gobernanza. Domar un potro para cualquier disciplina requiere mucho trabajo y tensón, no se consigue de un día para otro y siempre es recomendable contar con la ayuda de expertos en doma para evitar vicios y errores. Estas son las 11 claves del entrenamiento del potro sea cual la disciplina a practicar y que no podemos obviar:
1. La edad de inicio dependerá de la raza de caballo y de la intensidad del entrenamiento.
2. Suavidad y mucha paciencia.
3. La compañía de un caballo tranquilo y equilibrado puede ayudar al potro.
4. Ten en cuenta el espacio vital y la zona de confort del potro.
5. Un entrenamiento inadecuado, rudo o contradictorio, tendrá efectos negativos.
6. No entrenar en solitario hasta que el caballo esté listo.
7. El ramal debe tener un sistema de liberación rápida.
8. Dos métodos principales: refuerzo positivo y refuerzo negativo.
9. Evitar la hiperflexión del cuello del caballo.
10. Acostumbrar al caballo a estar atado, a la presencia de otros animales y de personas así como a ruidos y objetos en movimiento.
11. Prestar atención al terreno de entrenamiento para evitar lesiones.
Sí o sí tendremos que recurrir a terceras personas para llevar a cabo todo el proceso de entrenamiento para ayudarnos a gobernar al animal, a nuestro proceso de aprendizaje y por si surgiera alguna incidencia. Hay que armarse de paciencia pues no es una tarea de un día para otro, ni de una semana, ni de un mes, sino que puede llevar por la parte más corta más de seis meses. Teniendo esto en cuenta, llega el momento de empezar con la doma pie a tierra.
Es fundamental que el caballo conozca los equipos: montura, elementos de gobernanza que se van a emplear, indumentaria y armas de recreación que se van a emplear, el código sonoro y táctil que nos servirá como transmisor de las órdenes que va a recibir. Si el objetivo es montar sin estribos, ha de enseñarse al caballo a obedecer sin usar estribos, lo mismo que si se va a montar sin hacer apenas uso de los elementos de control de cabeza y boca. El trabajo principal se hace llevando las riendas a la cintura, descansando suavemente en el cuello del animal o amarradas a uno de los dos cuernos delanteros de la curniculum. Por comodidad, si disparamos por el lado izquierdo, lo amarraremos al contrario para evitar enredarnos.
También hay que prestar atención al hecho de que hay que familiarizar al caballo con los sonidos que realiza el arco y la flecha cuando se dispara para que no se asuste. Esta tarea primeramente hay que realizarla pie a tierra, con el caballo en un estado de relajación y atentos a cualquier movimiento de extrañeza que haga. Una buena forma es dejar todos los elementos a su alcance para que los vea y los huela antes de emplearlos por primera vez. Poco a poco se puede hacer contacto con ellos muy despacio mientras se acaricia al animal para que compruebe y entienda que no le van a hacer daño.
Una vez comprobemos que el caballo no se asusta, no rehuye ni hace movimientos bruscos, se empezaría por enjaezarlo y realizar ejercicios a la cuerda al paso. No podemos permitirnos el lujo que por obviar algo tan simple como este ejercicio, cuando se le coloquen los equipos y los escuche, se espante y termine por echar todos nuestros esfuerzos por tierra, solamente porque extraña los ruidos que haga la fricción de la montura en el lomo o los elementos decorativos que lleve. Obviamente, un caballo acostumbrado al ruido de objetos metálicos, de murmullos o gritos será más complicado que haga una espantada.
El siguiente paso sería acostumbrarnos a disparar con el caballo al lado. Si previamente no se ha tenido experiencia de tener cerca caballos, el primero que sentirá miedo es el arquero y futuro jinete pues la alzada y fuerza del animal impone bastante respeto, más si no se conoce y no hay confianza.